La redacción creativa no es un trabajo fácil. Te dan veintidós consonantes, cinco vocales, un puñado de signos de puntuación y búscate la vida. No importa si es un naming fundacional, #140caracteres urgentes, un manual de identidad verbal o todo un @$%! storytelling. Te dicen que lo necesitan «ASAP» (malditos anglicismos) y tú solo tienes tu ingenio y tu teclado -tic, tic, tic, tic- para cumplir con la misión.
No, éste no es un trabajo fácil, pero alguien tiene que hacerlo.

 

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